miércoles, 18 de noviembre de 2015

INVENTARIO FORESTAL NACIONAL DE BOSQUES NATIVOS EN ARGENTINA -




1.    LA ARGENTINA Y SUS BOSQUES NATIVOS

La República Argentina ocupa una extensión de 3,7 millones de kilómetros cuadrados, de los cuales casi 2,8 millones corresponden al Continente Americano y casi 969 mil al Continente Antártico e Islas Australes. Si ordenáramos los países por su extensión, la Argentina ocuparía el octavo lugar, lo que pone en evidencia su gran tamaño.
La superficie total de bosque nativo es del orden de los 300 mil kilómetros cuadrados, lo que equivale a 30 millones de hectáreas, con una baja proporción de especies comercialmente importantes. Por otra parte, los bosques más importantes están situados en la periferia del país, lo que representa una dificultad para su relevamiento en virtud de sus distancias.

2.    OBJETIVO DEL INVENTARIO FORESTAL

Definir el objetivo de cualquier inventario forestal constituye un paso importante. La definición del objetivo debe surgir de la autoridad política bajo la cual se genera el inventario nacional, ya que su ejecución surge de las medidas políticas que se tienen previstas tomar una vez conocidos los resultados; por ejemplo, disponer préstamos para incentivar ciertas actividades, la eximición de impuestos para ciertas actividades, promover aspectos sociales y otros.
Sin embargo y por desgracia, lo que acabo de mencionar no siempre se comprende y no es raro que la autoridad política espere que sea el técnico el que ponga el objetivo. Esto implica que andamos por mal camino, porque si la autoridad política no comprende que es ella la que debe definir el objetivo del inventario nacional, mal puede comprender lo que viene después.
De todas formas, existe una serie de parámetros del bosque que es común estimar cualquiera fuese su objetivo específico, que son la densidad de árboles, densidad de área basal y densidad de volumen; por hectárea, por especie, por grupos de especies y para todas las especies.
Una variable que puede ser de interés es el estado sanitario de los árboles. Sin embargo, su determinación puede llevar a resultados equívocos. Algunas enfermedades de las especies forestales incluidas en el inventario muestran síntomas o signos fácilmente perceptibles a simple vista, por lo que el estado sanitario del árbol es de fácil percepción y su registro es inequívoco. Pero hay enfermedades que son internas y que no se manifiestan al exterior, como las podredumbres del tallo, que afectan la porción central del tronco, situación en la que cualquier árbol enfermo evaluado a simple vista quedará registrado como sano, dando por resultado que el porcentaje de árboles enfermos será inferior al verdadero. En este último caso, la pregunta que debe hacerse el responsable del inventario es si resulta preferible no considerar el estado sanitario y reconocer que no hay datos, o hacerlo y saber que se va a contar con una medida falsa.

3.    DISEÑO GENERAL DEL INVENTARIO

El diseño de muestreo involucra la definición de una serie de componentes, entre los cuales se destacan: la forma de distribución espacial de las unidades de muestreo, el distanciamiento entre unidades de muestreo, permanencia de las unidades de muestreo,  la) forma y el tamaño de las unidades de muestreo. A estos temas los trataré más en detalle.

Forma de distribución espacial de las unidades de muestreo
El diseño de muestreo debería ser sistemático estratificado. La elección se debe a que la distribución sistemática tiene varios elementos favorables, entre los cuales se destacan:
a)   El diseño es autoponderante, ya que cada fragmento distinto de bosque  es muestreado en forma proporcional a su superficie. Esto asegura una muestra representativa, lo que un muestreo aleatorio no permite. Además, en un muestreo estratificado, la distribución de unidades en forma proporcional a la superficie d cada estrato ocurre en forma automática.
b)  Técnicamente, elimina cualquier dificultad en la instalación de parcelas permanentes, ya que la alteración de los límites de los estratos no ocasiona impedimentos en las estimaciones.
c)  Permite la estratificación a posteriori basada en los datos registrados en las unidades de muestreo.

Para llevar a cabo la distribución sistemática, se recurre a la distribución de las unidades de muestreo sobre una cuadrícula que cubre el territorio nacional; el centro de la cuadrícula representa la ubicación potencial de la unidad de muestreo. A la distancia entre los vértices de una misma cuadrícula la llamamos equidistancia, que es igual a la distancia que hay entre los centros de cuadrículas vecinas. Aquellos puntos de la cuadrícula que queden situadas en una fracción de bosque se convierten en unidades de muestreo verdaderas.

Distanciamiento entre unidades de muestreo
Definir la equidistancia es un paso importante porque de ello depende la intensidad de muestreo. Asumo como intensidad de muestreo el número n de unidades de muestreo que conforman la muestra.
A menor equidistancia, mayor intensidad de muestreo, lo que implica un mayor grado de cubrimiento del bosque y mayor tamaño de la muestra. Pero también es de esperar que vaya de la mano de una logística más compleja y un mayor costo.
Una equidistancia de 5 km, que implica una cuadrícula de 25 km2, generaría un punto de muestreo cada 2.500 ha; para un área boscosa de 30 millones de hectáreas representa una muestra de 12.000 unidades de muestreo.
Una equidistancia de 10 km, que implica una cuadrícula de 100 km2,  generaría un punto de muestreo cada 10.000 ha; para un área boscosa de 30 millones de hectáreas representa una muestra de 3.000 unidades de muestreo; esto es la cuarta parte del anterior, lo que resulta más económico.
En consecuencia, una equidistancia de 10 km asegura una buena cobertura con una muestra representativa y a un costo razonable, lo que representa 1 punto cada 10.000 ha de superficie. Tengamos en cuenta que en el Primer Inventario de Bosques Nativos, el tamaño de la muestra fue algo mayor a las 400 unidades de muestreo, magnitud muy inferior a las 3.000 unidades de muestreo esperadas.

Permanencia de las unidades de muestreo
Las parcelas de muestreo de inventario pueden ser temporarias o permanentes. Las parcelas temporarias permiten la obtención de información para una única fecha; las parcelas permanentes, en cambio, posibilitan la obtención de información en más de una fecha.
¿Y por qué digo posibilitan? Porque las parcelas permanentes tienen dos finalidades. La primera es detectar cambios entre dos inventarios sucesivos bajo las condiciones normales de aprovechamiento del bosque; ello implica que la instalación de las parcelas permanentes debe ser lo más disimulada posible para no influenciar al ocupante del bosque a que “no toque” esa zona.
La segunda finalidad es determinar el estado actual del bosque, que se llevará a cabo con aquellas parcelas que hayan sobrevivido en el período.
Hay distintas formas de instalar parcelas permanentes, siendo dos las actualmente más difundidas, que son: a) todas las parcelas que se instalan son permanentes; y b) sólo una fracción de las parcelas instaladas serán permanentes.
Para el IFN recomiendo que todas las parcelas que se instalen sean  parcelas permanentes de inventario.



Forma y tamaño de las unidades de muestreo
Con relación a la conformación de la unidad de muestreo, debemos optar entre parcelas simples o conglomerados de parcelas y en base a los antecedentes locales una unidad de muestreo en forma de parcela de tamaño fijo resulta adecuada.
No he detectado ventajas provenientes del empleo de conglomerados de parcelas como unidades de muestreo para nuestro país. Es cierto que los conglomerados tienden a reducir el error de muestreo, lo que tendría en cuenta si el error fuese un factor crítico, pero el tamaño esperado de la muestra conduce a un error más que razonable. Por otro lado, un conglomerado representa un mayor esfuerzo de instalación y mayores dificultades para su reubicación en el caso de que sean unidades permanentes.
Con relación a la forma geométrica de la parcela, la forma circular ha mostrado ser muy eficiente. Sus principales ventajas son que no posee orientación y a que es fácil de instalar por contar con una sola dimensión: el radio. Los bosques nativos de la Argentina muestran una distribución diamétrica en forma de “jota invertida”, lo que significa que los árboles finos son abundantes y los gruesos son escasos. En virtud de ello, un sistema de dos parcelas circulares concéntricas resulta más adecuado que una única parcela por punto de muestreo; en la parcela de mayor tamaño se miden los árboles más gruesos y en la parcela más pequeña  se miden los  árboles más delgados.
Con relación al tamaño, se acepta como parcela representativa aquella que contiene cerca de 15 árboles. Entonces, el tamaño de la parcela deberá ser tal que comprenda datos de unos 15 árboles muestra, el que dependerá de cada región forestal y su densidad. De manera que las parcelas no serán de igual tamaño en todo el país; sólo compartirán la forma.
Según un estudio realizado, en el estrato del Quebracho colorado del Parque Chaqueño de la Argentina, no se detectaron diferencias significativas entre 8 tamaños de parcelas de 10 m de ancho, entre 1.000 m2 y 8.000 m2 con un tamaño de muestra n = 45 para cada tamaño. A continuación se indican los volúmenes sin corteza promedio por hectárea (Vol M) para los 8 tamaños de parcela ensayados:
Área
(m2)
Vol M (m3/ha)
1.000
24,8
2.000
23,3
3.000
23,8
4.000
24,8
5.000
24,4
6.000
24,9
7.000
24,9
8.000
25,5

Como puede verse en la tabla, los valores son muy parecidos. El resultado del análisis de varianza (Friedman) arrojó que no había diferencias significativas entre los ocho tamaño de parcela. En consecuencia un tamaño máximo de 1.000 m2, correspondiente a un radio de 17,84 m, parece suficiente,
Más adecuado es definir el radio con números enteros e infinitas cifras significativas, aunque no correspondan exactamente a los valores de superficie a que estamos acostumbrados. De esta forma, la parcela circular más grande se establecería con un radio de 18 m, lo que se asocia con un área de 1.017,876… m2.

4.    TAMAÑO DE LA MUESTRA

El tamaño de la muestra es directamente proporcional a la superficie ocupada por los bosques inventariables, e inversamente proporcional a la superficie de la cuadrícula:

n = Área de Bosque Inventariable (ha) / Área de la Cuadrícula (ha)

En caso de deforestación, se perdería una unidad de muestreo por cada 10.000 ha de bosque desaparecido.

5.    ESTRATIFICACIÓN

En la Argentina se reconocen seis regiones forestales. Las regiones y sus correspondientes superficies (redondeadas), son: 1) Región de la Selva Misionera, 2.960.000 ha; 2) Región de la Selva Tucumano Boliviana, 5.476.000 ha; 3) Región del Parque Chaqueño, 67.500.000 ha; 4) Región del Bosque Andino Patagónico, 7.600.000 ha; 5) Región de Monte, 47.200.000 ha; y 6) Región del Espinal, 32.900.000 ha. Estas regiones están basadas en regiones fitogeográficas y no resulta una clasificación práctica o útil, dado la extensión de cada una de las regiones y del mosaico de bosques diferentes que sobreviven en su interior.
Para llevar a cabo la estratificación con anterioridad al muestreo de campo (“a priori”), es prudente recurrir al empleo de sensores satelitales, seleccionando los sistemas que resulten adecuados para el nivel de detalle perseguido. La estratificación a priori puede realizarse con equipamiento propio o mediante la contratación de terceros. Una vez concluido el muestreo de campo se deberá proceder a la realización de una segunda estratificación en base a los datos registrados en las parcelas de muestreo, llamada estratificación “a posteriori”.
En el Primer Inventario Nacional de Bosques Nativos de la Argentina, se empleó sólo la clasificación propuesta por el FRA2000 que es muy útil para la FAO pero poco útil al país donde se lleva a cabo el inventario. Yo propongo mantener la clasificación ya usada, sugiriendo como segunda clasificación la usada para bosques nativos en la Pre Carta Forestal, trabajo llevado a cabo por el hoy desaparecido Instituto Forestal Nacional (IFONA). De todos modos, la clasificación deberá ser definida por el responsable del inventario.

6.    ECUACIONES DE VOLUMEN

Un aspecto importante es la metodología a aplicar para el cálculo del volumen. Si bien existen ecuaciones y tablas de volumen en la Argentina, no todas predicen el mismo volumen, lo que hace que a la hora de reunir la información, incluso dentro de una misma región forestal, los valores no sean totalmente compatibles. Es necesario desarrollar un Sistema Nacional de Ecuaciones de Volumen para Inventarios Forestales Nacionales, cuya utilidad sería para inventarios forestales provinciales y regionales.
Desconozco porqué, pero en el último tiempo ha aparecido la costumbre de referirse a las ecuaciones de volumen como ecuaciones alométricas. No niego que este último término es correcto, pero la expresión alométrica es una expresión de tipo general que no determina cual es la magnitud que se predice. En cambio, la expresión ecuación de volumen no deja lugar a dudas.

7.    RECURRENCIA DEL IFN

Una cuestión a resolver es establecer la periodicidad del inventario. La ley 26.331 establece que se deben actualizar valores cada 5 años, sin establecer cómo. Un período de 5 años de recurrencia es demasiado escaso, por lo que resulta más recomendable un período de 10 años.
Mi sugerencia es mantener un estado de muestreo permanente y continuado, año tras año, para alcanzar así un inventario forestal nacional permanente. Si cada año se releva el 10% de la superficie, cada 10 años se completaría un inventario. Para ello habría que dividir al país en regiones administrativas con un área de bosque similar cada uno y relevar por año el 10 % de superficie de cada región. Esta circunstancia requiere una organización altamente pulida, con presupuestos asegurados e infraestructura permanente, hechos que no son una costumbre en la Argentina.

8.    COMENTARIO FINAL

En el presente documento he transmitido los puntos sobresalientes para el diseño de un inventario forestal nacional. Otros aspectos no están tratados por no implicar una decisión crítica, como cuáles serían los instrumentos de medición a emplear, o quiénes harían el trabajo a campo.

Ing. Agr. Enrique Wabö
18 de noviembre de 2015

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